Llega a casa, y lo único que quiere es quitarse los zapatos y el sostén. Busca entre su ropa esos viejos pantalones de mezclilla que cortó para convertirlos en shorts, y esa camiseta que es dos tallas más grande que la suya.
Siente que la tarde está un poco fría... ¿o será que a sus casi 50 años ese fresco empieza a calar en los huesos? Pero prefiere la comodidad, así que solo se pone unos pequeños calcetines para no sentir el frío del piso.
Abre el refrigerador para ver qué encuentra para cenar. La luz del refrigerador ilumina su cara, y se ve claramente el cansancio en sus ojos. No se decide entre prepararse un sándwich o solo picar un poco de fruta con yogurt y granola. Voltea y ve en la puerta la botella de vino que compró el fin de semana; tiene más de la mitad. Así que se decide por una copa de vino, un trozo de queso con galletas habaneras.
Mientras se sirve su copa, no puede evitar recordar a alguien... Y en su pensamiento dice:
"Sí, ya sé... que el vino no se mete al refrigerador, y que ya destapado no sabe igual... Me lo has dicho muchas veces... Pero no me importa... A mí me gusta frío. Además, no soy una experta en vinos, y no sé a qué sabe un buen vino, pues nunca hemos comprado uno... ¿O sí? Además, no me voy a terminar una botella yo sola en un día... Así que... solo quiero disfrutar su sabor a mi manera... aunque también lo disfruto a tu manera... Pero este momento ahora es mío... ¡Solo mío!"
Después de ese monólogo mental, se sienta en su sillón favorito. Acerca la mesa, pone su plato con sus galletas, el queso y la copa de vino. Pero siente un poco de frío en las piernas, así que va corriendo a su recámara y toma esa frazada a cuadros que le encanta. Se la pone en las piernas y enciende el televisor.
Le da el primer trago a su copa, y solo sale un silencioso "mmm". Con la mano libre, toma el control de la TV y cambia canal tras canal, sin encontrar nada que le agrade, hasta que da con la película que ha visto infinidad de veces: "El diario de Bridget Jones". (Cómo amo esa película, porque creo que muchas mujeres en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido así, hasta cierto punto presionadas por la sociedad y la familia cuando no hemos encontrado a nuestra media naranja).
Entre bocado y bocado, disfruta la película, y cuando llega a su fin, el plato ha quedado vacío, tan solo con las migajas de las galletas, y un poco de vino en su copa. Y con una sonrisa llena de ironía, levanta su copa y dice:
Estoy aquí bebiendo soledades
y entre cada sorbo recuerdo
las ausencias...
así que en honor a ellas
este último trago... lo acompaño
con un brindis...
"Brindo por todos aquellos
hijos de puta... que tan solo
llenaron mi vida de felicidad
para luego marcharse
y dejarme sola... aquí...
bebiendo mis soledades
y llenando mis momentos
de recuerdos..."
¡SALUD!
Se levanta del sillón, lleva su plato y copa a la cocina, los lava, abre nuevamente la puerta del refrigerador, ve la botella de vino... y sonríe. Apaga la luz... y se despide silenciosamente... "Hasta mañana".....
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